Recibir un diagnóstico de cáncer conlleva un importante impacto emocional, no sólo para la persona enferma sino también para su familia. La mayoría de las personas sufren un “shock” emocional, ya que en poco tiempo, se ha de hacer frente al diagnóstico, las pruebas médicas, los tratamientos, la aparición de posibles efectos secundarios, así como tener que tomar decisiones y afrontar cambios en la vida diaria.
Puede que te sientas triste, enfadada,…Además, pueden acudir a tu mente muchas preguntas como por ejemplo, si se te caerá el pelo, qué tratamiento será más efectivo, si será necesario ingresar en el hospital o cómo influirá la enfermedad en tu relación de pareja, con tus hijos o amigos. Estos sentimientos y dudas son normales en un primer momento pero poco a poco se irán resolviendo a medida que tengas más control sobre la situación.
Para facilitar la adaptación a esta etapa te recomendamos una serie de indicaciones básicas:
- Solicita información a tu médico acerca de los procedimientos de la aparición de posibles efectos secundarios y qué es lo que se puede hacer. Esta información te permitirá prepararte mejor para los tratamientos.
- Establece rutinas de descanso y autocuidado.
- Sigue una dieta equilibrada y realiza ejercicio moderado, como puede ser pasear 20 minutos diarios.
- Practica alguna técnica de relajación, ya que te pueden ayudar a disminuir la ansiedad ante los tratamientos y facilitar el afrontamiento a situaciones estresantes. Además, realizar actividades que te gusten como hobbies, juegos, manualidades, pasatiempos, lees libros o revistas pueden ayudarte a distraer la atención y mejorar el nivel de concentración.
- Dedica un tiempo adicional a la toma de decisiones. Reflexionar sobre decisiones importantes te puede ayudar a la hora de evitar tomar decisiones precipitadas.
- Aprende a reconocer signos de estrés y poner en marcha estrategias para reducirlos. Si consigues no centrar la atención en sensaciones desagradables, su intensidad será menor. Te puede ayudar para ello, imaginar escenas placenteras, realizar alguna actividad relajante, conversar con tus seres queridos, etc.
- Evita el aislamiento. Aunque puedas tener momentos en los que necesites estar sola, tener cerca a tus seres queridos puede ayudarte a afrontar las dificultades y preocupaciones que puedan surgir a lo largo de esta etapa, así como a sentirte más cuidad y acompañada.
La importancia de la comunicación
La comunicación es uno de los aspectos fundamentales de la relación entre las personas. Una adecuada comunicación con el personal sanitario y con tus seres queridos puede ser una ayuda inestimable para facilitar tanto tu bienestar como tu adaptación a la enfermedad.
Los profesionales sanitarios pueden ofrecerte asesoramiento y orientación acerca de la enfermedad. Conocer y tener una información adecuada sobre lo que está ocurriendo puede ayudarte a afrontar la situación. Es importante que preguntes a tu médico todo lo que te inquiete sobre tu enfermedad, sobre los tratamientos, sobre sus efectos, etc.
Piensa en la información que quieres solicitar a tu médico antes de entrar a a la consulta. De este modo, evitarás olvidarte de cuestiones importantes. Recuerda que el tiempo de la consulta es limitado por lo que puede ayudarte el llevar las preguntas escritas.
Algunos ejemplos de preguntas que puedes realizar son:
Sobre el diagnóstico
- ¿Qué tipo de cáncer de mama tengo?
- ¿Qué pruebas me van a realizar?
- ¿Son dolorosas?
Sobre los tratamientos
- ¿Cuáles son los tratamientos que voy a recibir?
- ¿Qué efectos secundarios pueden aparecer?
- ¿Cuándo es el mejor momento para reconstruirme la mama?
Después de los tratamientos
- ¿Con qué frecuencia tengo que hacerme las revisiones?
- ¿Debo tener algún cuidado especial?
- ¿Cuándo puedo volver a trabajar?
Información sobre recursos
- ¿Cómo puedo conseguir una prótesis?
- ¿Dónde me pueden informar sobre ayudas sociales?
- ¿Dónde puedo recibir apoyo psicológico?
¿Cómo les cuento lo que siento a mis seres queridos?
La familia es, frecuentemente, el mayor y más importante soporte con que cuentas durante el proceso de enfermedad. Pero para ellos también se va a ser una etapa difícil, sobre todo al principio, cuando todavía no está claro lo que hay que hacer, cómo pueden cuidarte, cómo apoyarte, si hay o no que hablar de la enfermedad…
A este respecto, es importante que hables con tu familia y amigos y les cuentes qué te preocupa, cómo te sientes, en qué te pueden ayudar, etc., puesto que les servirá para entenderte, conocer tus miedos y preocupaciones y sobre todo les ayudará para sentirse útiles en el proceso por el que estáis pasando. Una comunicación fluida favorece una mejor adaptación a la enfermedad y un menor riesgo de malestar emocional.
¿Cómo se lo cuento a mis hijos?
Si hay niños pequeños en casa también hay que tenerlos en cuenta. Es importante que ellos conozcan lo que está sucediendo y para ello es necesario adecuar la información a la características del niño, ya que si no se les informa correctamente, pueden fantasear sobre lo que está ocurriendo o sentirse culpables por lo que está sucediendo. Hablar con ellos y compartir algo de tiempo es fundamental y beneficioso para ambos. Se recomienda comenzar siempre con poca información y esperar a que el niño pregunte. No se debe dar mucha más información de la que demande porque por lo general cuando un niño quiere saber más siempre pregunta.